SOBRE EL TEATRO

¿Cuál es la relación entre la vida y el teatro?

Esta es la pregunta primordial que impulsa a MANUEL RIVAS LÁZARO en su obra en el teatro. Sosteniendo una actitud de aliento al futuro ante el posible decaimiento del teatro en su época (mediados del siglo veinte), el autor intenta "hacer que la obra se desborde hacia el público". Según él, "el teatro tiene que buscar... aumentar las perspectivas del espectador sobre el drama" ya que el ser humano "se haya con múltiples puntos de vista... porque vive ahora en un mundo más comunicado en todos sentidos".1 Esta vida compleja y apremiada del ser moderno "es tan corriente y natural que termina por parecernos obvio todo cuanto a ella se refiere".2 Vivimos sin percatarnos de lo que pasa realmente. Dichosamente, de acuerdo a Rivas Lázaro, los espectadores pueden enriquecerse con participación directa en la obra. El teatro "puede ofrecer un espectáculo que sea presentado no como sucediendo, sino que esté sucediendo realmente".2 A su vez, en la vida misma "se pueden encontrar posibilidades de renovación" para el teatro. La vida tiene una "íntima y poética relación con la escena".1 Con esta perspectiva de acercamiento entre la escena y el público, el escritor/director ejerce su magia al sumergir a los espectadores plenamente en problemas particulares de la vida diaria. De esta manera, Manuel Rivas Lázaro nos invita a activar nuestra presencia en la vida a través de sus obras. Para él, el teatro se nutre con una infusión de vida y la vida se refuerza con el despliegue teatral que exige presencia.

¿Cómo se define la realidad en el teatro?

Según MANUEL RIVAS LÁZARO, el teatro tiene una realidad "sui generis" que no solo lo define y lo distingue del cine y de las novelas, sino también le da predominio. "Cuando se hace teatro... se hace vida".3 La realidad del teatro es "una realidad primaria que, a diferencia del cine, confiere unidad a todo lo que está presente en aquel momento... Ninguno escapa a estar inmerso en aquel instante o tiempo, que no es el de nuestra vida fuera del teatro, sino el de la función, una fuerza de actualidad, con indispensable inmediatez. Este tiempo que es igual para todos es una realidad vital en cada uno de los presentes, tanto en el escenario como en la sala".4  Ese ineludible impulso del presente durante la representación le confiere al teatro una paradoja que puede volverse ventajosa. "Cuando leemos una novela, lo que tenemos ante nuestra vista... es pasado. Cuando vamos al cine, lo que está ante nuestros ojos... es algo que estuvo en un sitio y fue fotografiado. La cámara, los actores, el paisaje no están en el momento del espectáculo." Pero en el teatro, "los personajes son seres de carne y hueso, se mueven, sufren y alegran como nosotros, los estamos viendo, y por eso es que nos parece que estamos ante la vida, aunque en rigor no lo estemos. Lo que se ve en escena es para el espectador... un presente, pero no representa el instante mismo de la representación. El espectador está haciendo un acto doblemente antinatural: tomar como vivo y viviente un pasado y tomar como completa y cumplida una vida cuyo presente no existe (i.e. el presente de la representación).5 El espectador no se puede esconder ni escapar de ese dilema que se crea en la función de teatro pues "la 'irrealidad' del cine y de la novela no es asequible para el espectador del teatro - la presencia de los actores nos obliga a aprehender la vida en un presente siendo cuando está en la escena un irrealismo pasado". Pero ese mismo "defecto congénito puede y debe volverse ventaja para el teatro" siempre y cuando "la escena, el momento de la representación, ... es el último instante y término provisional de las vidas representadas. Es desde allí hacia atrás que el drama debe darse para que la vida aparezca en toda su diafanidad, como iluminada desde la inminencia de un instante. Esto no puede hacerse en las películas y mucho menos en el libro".5 De acuerdo a Manuel Rivas Lázaro, "el arte dramático es el único - sin excepción ninguna - capaz de presentar la vida en su más precisa temporalidad, en un instante vital".5

¿Qué ofrece el teatro al espectador?

De acuerdo a MANUEL RIVAS LÁZARO, no se trata de resolver si el teatro es una diversión frívola que "sirve al hombre como estupefaciente" o si es una diversión para aquellos que "rinden culto al arte, al intelecto". Se trata más bien de que el teatro "logre o no ayudar al hombre eficazmente en los problemas que le sobrevienen por el solo hecho de vivir en una sociedad". Para Manuel Rivas Lázaro el teatro es diversión en cuanto que "el sujeto se sale de si mismo, se enajena". De esa manera, el teatro puede "auxiliar al hombre... que sufre la situación de vivir, de cuyos problemas básicos no lo salva definitivamente ni el desenfreno sensual, ni el amor a lo refinado."6 Es así como la función de teatro le ofrece al espectador un espejo viviente que le permite desplegar su empatía. Para Rivas Lázaro, "Vivir es responsabilizarse, solidarizarse... con todo cuanto ejerce o recibe de uno presión. Y esto es así porque la vida es una constante reciprocidad, fundada en la simpatía o la antipatía, pero siempre recíproca... (La vida) es instalarnos en los demás para ver desde allá nuestros actos, y desde uno mismo ver los actos ajenos. Esa plural (y recíproca) presencia es la que puede darle sentido global al teatro".7 Al examinar los objetivos del teatro, Manuel Rivas Lázaro concluye que "el arte teatral... no tiene más misión sino la de existir - la de existir plenamente en la comunidad - para que los ciudadanos de ese país vean espejada su realidad en él de una manera viva y enriquecida".8

1 Manuel Rivas Lázaro. La Vida del Teatro. El Nacional, 12 agosto 1955.
2 Manuel Rivas Lázaro. Lo Vital y Actuante en el Teatro. El Nacional, 31 octubre 1956.
3 Manuel Rivas Lázaro. Teatro y Vida: deuda con el lector. Artículo no publicado, 22 noviembre 1955.
4 Manuel Rivas Lázaro. Del Tiempo en el Teatro. El Nacional, 10 febrero 1956.
5 Manuel Rivas Lázaro. El Teatro Realidad "Sui Generis". El Nacional, 20 enero 1956.
6 Manuel Rivas Lázaro. El Teatro, Diversión. El Nacional, 10 enero 1957.
7 Manuel Rivas Lázaro.  La Reubicación del Drama. El Nacional, 2 julio 1956.
8 Manuel Rivas Lázaro. Los Objetivos del Teatro. El Nacional, 28 agosto 1956.


Estas palabras de Manuel Rivas Lázaro están bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.